Desde la irrupción del circuito del LIV Golf, varios de los mejores jugadores del mundo han abandonado el PGA Tour para unirse al campeonato saudí. Esta decisión ha desencadenado una rivalidad entre ambas entidades, afectando notablemente la audiencia. El Masters de Augusta se erige ahora como uno de los pocos eventos que fusiona ambos circuitos, ofreciendo a los fanáticos la oportunidad de ver a los mejores del mundo en acción, aunque sea por un solo fin de semana.

A pesar de que para muchos el ranking mundial carece de objetividad al no incluir a los jugadores del LIV, los cuales semana tras semana, retroceden en el ranking y ven reducidas sus posibilidades de disputar torneos mayores.

En el reciente Masters, la audiencia reflejó claramente las consecuencias de esta rivalidad. Aproximadamente 9.59 millones de espectadores siguieron la victoria de Scottie Scheffler, quien se consagró campeón por segunda vez del torneo. A pesar de esta cifra aparentemente alta, representa un 20% menos de audiencia en comparación con la victoria de Jon Rahm en 2023.

Desde la era de Tiger Woods, quien solía atraer todas las miradas tanto del público como de las cámaras de televisión, este ha sido uno de los Masters con menor audiencia, solo superado por la edición de 2020, disputada en noviembre debido a la pandemia, y el de 2021, ganado por el japonés Hideki Matsuyama, en el cual Tiger no participó debido al accidente automovilístico que tuvo en Los Ángeles.

Este declive en la audiencia no se limita al Masters. Estadísticas proporcionadas por la agencia AP revelan que torneos del PGA Tour como el Phoenix Open sufrieron una disminución del 35%, seguido por el Arnold Palmer con un 30% menos, y el TPC con un 15% de caída en espectadores. Estos datos muestran cómo la rivalidad entre ambos circuitos ha impactado negativamente en el golf en su totalidad.